Yo no soy esa mamá
9:08
Suena a la canción de Paulina
Rubio… 3, 2, 1 “Yo no soy esa mujer, que
no sale de casa
y que pone a tus pies lo mejor de su alma; no me convertiré, en el eco de tu voz
en un rincón...”
y que pone a tus pies lo mejor de su alma; no me convertiré, en el eco de tu voz
en un rincón...”
¿Cómo te sabes esa canción, Luz?
No lo sé. Simplemente se me vino a la mente. Bueno, al punto.
Parece que al convertirme en
madre, el mundo quería algo de mí, o esperaba algo concreto de mí. Como un kit
que toda madre debe ser. Sin embargo, a lo largo de estos casi 5 años de mamá,
me he dado cuenta que no soy “esa” mamá que todos esperan. Soy quien soy, y
definitivamente no soy:
La mamá que cocina. Se los digo
de frente, COCINO FEO. Nunca aprendí a cocinar. No me nace. Me siento super
incomoda en la cocina. Cuando me casé, realmente, o sea, REALMENTE, no sé cómo
no envenene a #PapáCaco. Se los juro. Si ese hombre sigue vivo, es porque
existe un Dios. Pero cuando me convertí en mamá, la gente temía por mis hijos.
Y yo también. Por más que intente aprender, no tengo buena sazón. Sin embargo,
por el inmenso amor que le tengo a mis hijos aprendí a hacer una que otra cosa.
Ese tipo de platos banderas. Tres o cuatro platos bien aprendidos y lo demás a
base de la persona quien me cocina y delivery ja, ja.
La mamá que se tira al suelo a
jugar. Me encanta estar con mis hijos. Jugamos y nos divertimos. Pero otra cosa
es que esté horas y horas tirada en el suelo jugando – como lo hace mi esposo.
No puedo. Lo siento, pero caigo en coma. Me duermo MAL, con baba y todo.
Prefiero verlos de lejos jugar y divertirse. Pero otra cosa es estar tirada
jugando.
La mamá que hace LAS
manualidades. La verdad es que si alguien las hace y tengo que pagar por ellas.
Pago. En serio. No solo es por falta de tiempo, sino que mientras mi hermana
hacia preciosos elefantes en cerámica al frío, yo estaba haciendo bolitas
horripilantes en plastilina. Entonces, “saquen su línea”. No soy mamá de
Pinterest.
La mamá que nunca dice malas
palabras. A diario #PapáCaco me corrige. Se me escapan. Las tengo en la punta
de la lengua. Ni siquiera puedo decirlas en otro idioma porque ahora los
colegios son bilingües y no quiero terminar en dirección porque Mateo repitió
esa lisurita. Tengo que controlarme… todo el tiempo.
La mamá relajada. Siempre tengo
que estar haciendo algo. Soy bastante estresada. La ropa debe estar doblada de
cierta forma y acomodada en los respectivos cajones. Pregunto a diario como es
su pufi. Les reviso todo el cuerpo. Si tosen, me aloco. Si tienen diarrea, me
aloco. Si no duermen a sus horas, me aloco. Si no comen a sus horas, comienzo a
hiperventilarme. He aprendido a controlarme, pero tengo mis “taras”.
Así soy. Así estoy aprendiendo a
aceptarme y a corregirme. Cometo errores todo el tiempo, pero he aprendido a
darles un giro y quererme como madre (¡aunque cuesta!). Reconozco que hay momentos que dudo mucho
mi capacidad como madre. Reconozco que a veces lloro en la ducha porque dudo de
mí o cuando una determinada situación me sobrepasa. A veces suelo ser realmente severa
conmigo. Sin embargo, los amo infinitamente, y los chiquitos son felices así
que algo estoy haciendo bien como mamá.
Besos,
Mamá Luz
0 comentarios