Una buena enfermera
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Hay mucho estigma y recelo con la
crianza de gatos. Unos piensan que son una bola de enfermedades y otros (más locumbetos) los relacionan con
brujería y hechicería (mucho Harry Potter).
Aunque no lo creas, también tenía
mis limitaciones con los gatos. Me gustan pero criar uno, no estaba segura.
Mia, nuestra gatita, vino a
nuestra vida como te conté en posts anteriores hace 2 años. Al principio,
quería darla en adopción pero papá y tú me pondrían en adopción antes que a
ella. Quería darla en adopción porque sentía que era una bola de gérmenes.
Hasta que… desde que comenzó esta
depresión y mis síntomas embaraciles, la gata se volvió mi enfermera. Antes
ella solo tenía ojos para su amo, Papá Caco, por eso su comportamiento me extrañaba.
Cada vez que yo vomitaba, la gata
estaba ahí. Si cerraba la puerta, al abrirla estaba sentadita fuera del baño.
Cada vez que lloraba, la gata se convertía en mi paño de lágrimas. Cada vez que
me daba un ataque de pánico, la gata corría como loca buscando ayuda. En cada
llanto, tristeza, ataque, estaba ella. Hubo un día que la pase en cama, y la
gata no se movió salvo para ir a su caja de arena o comer algo.
Un día tuve un ataque bastante
fuerte. Yo estaba en el borde de la cama, y ella me miraba. Se acercó y con sus
dos patitas delanteras apretó mi pecho, como dándome pequeños electrochoques.
Luego se puso en mi espalda y se quedó ahí.
Luego otro día, tras un “bajón”,
me encerré en el baño y no la deje entrar. Quería llorar SOLA. Pero la gata se
las ingenió y se metió por una ventana que hay en el baño. Estaba colgada
mirándome.
Ok. Eso me pareció bastante raro.
La conducta de la gata cambió muchísimo. Había momentos donde ella se veía
bastante tensa y “preocupada”. Comencé a leer y encontré muchos artículos que
coincidían respecto a eso. Mientras los perros son los compañeros terrenales de
los humanos, los gatos son los compañeros espirituales. Y en esta etapa de mi
vida, no lo dudo.
Mia me ha demostrado que cuando
hay amor, no hay perjuicio. Ella cada día está atenta de mis progresos y hoy se
ve mucho más tranquila. Ha afrontado esto con nosotros como un miembro más de
la familia.
Oh, mi pequeña Mia, sé que no sabes leer pero todos los días te digo:
gracias, hija, por demostrarme tanto amor y cuidarme. Contigo no me sentí sola.
Más que una enfermera, has sido una verdadera amiga.
Besos,
Mamá Luz
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