La batalla de los tres años
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Imagínate esto:
Son las 9 de la noche de un día
cualquiera. Llegas cansada de trabajar, pero por fin estás en casa. Te anima
saber que pronto te sacarás los tacos y la ropa de oficina. Pronto estarás
desnuda por tu casa sin arrepentimientos. Planeas pedir una pizza y pasar un
buen momento con tus chicos (marido e hijo). Pero antes de llegar a ese punto
tienes que luchar con un niño de tres años que te contradice en todo.
La primera batalla es hacer que
se quite la ropa para ponerse el pijama. Te pone mil excusas, salta, grita,
juega, y te sigue contradiciendo. Ponte
el pijama por el amor de todos los santos, le digo.
Cuando por fin le colocas el
pijama, comienza la segunda batalla. Lavarse los dientes.
Mamá, no quiero nada, solo quiero jugar, repite cual loro una y
otra vez. Corre como desquiciado hacia su cuarto para arrastrar una caja llena
de juguetes.
A lavarse los dientes, hijo, repito cansada de correr.
Con pijama, lavado y un poco más
“calmado” repite: mamá, quiero ver Toy
Story. Le trato de explicar que tenemos otros planes y que si no le
gustaría pintar o estar acurrucados leyendo. No, quiero ver Toy Story, por favor, me dice velozmente. Obviamente
ya hizo sus propios planes.
Pongo la misma película de todos
los días. Sonríe y cuando pienso que todo se tranquilizará por lo menos 10
minutos. Escucho como baja de la cama, se va a su cuarto y trae un arsenal de
juguetes. Le pregunto si no iba a ver la película, a lo que él responde: sí, pero también quiero jugar. Trato de explicarle,
le pongo ejemplos, él sigue firme en su decisión.
Ok, I’m out, me digo.
Llegó la hora de dormir. Batalla
cuatro.
Mamá, dormir es aburrido. Dormir no me deja jugar, me dice el niño.
Le explico lo del sueño y me ofrezco a leerle algo. Lo rechaza. Sigue con sus
planes de ver televisión y jugar. Me pongo fuerte y no cedo ni un centímetro.
Hace un mini berrinche. Me pregunto a qué hora comeré algo. Mi barriga suena.
Lo acurruco. Se resiste a dormir.
Lo acaricio. Parece que ya va a caer. Sigo abrazándolo. Se durmió. Por fin
podré comer algo. Mamá, no tengo sueño,
dice una vocecita traviesa.
Repito el proceso y la batalla.
Por estos días estamos así en
casa, a veces me da risa, otras me canso y otras me da ansiedad. ¿Cuánto dura
esta etapa?, me digo. A veces río, a veces lloro, y muchas otras me da hambre.
Besos,
Mamá Luz
1 comentarios
Jajajajala de nunca acabar no?? Bueno, mi Ximena es más tranquila, pero me han dicho que los hombrecitos son más terribles, así q ya veré con mi Joaquín como es, recién tiene un año pero ya parece q va a ser terrible. Sabes, tal vez lo estén haciendo dormir mucho de día, no Ximena se levante 7:30am para el colegio y a las 9pm por lo general ya está rendida, pide cama más bien, mami ya tengo sueño!! Jaja, pero de día no duerme nada de nada. Intenta eso y nos cuentas :) un beso
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