Todo empieza en casa
9:21
Ahora que somos padres uno de los
dilemas más grandes que enfrentamos es la disciplina. Queremos corregirlos pero
a la vez no queremos decepcionarlos. No queremos que tengan un impacto negativo
en su niñez ni en su adolescencia. Los padres estamos destinados a caminar en
la cuerda floja y hacer nuestro mejor intento por encontrar un término medio
para lograr criar niños felices e independientes.
Y aunque no es mi filosofía
presionar y menos obligar ya hemos establecido reglas básicas para una sana
convivencia, sobre todo en estos terribles dos:
Responsabilidades: En cada
casita, ya sea de tres o de 15, debe existir un sistema de apoyo recíproco.
Todos nos ayudamos y nos colaboramos; el infante o niño no puede ser la
excepción. Podemos pedirle a nuestro hijo que recoja los juguetes, o pedirle
que si saca un juguete, retorne el otro si no lo va a usar, que te ayude con
las compras más ligeras, que lleve su ropa sucia a la cesta, etc. Pequeñas
responsabilidades que tendrán gran impacto.
Atención recíproca: Muchas veces
nos quejamos que nuestros hijos no nos escuchan. Hasta me digo para mis
adentros: ¿hablaré en chino? ¿Por qué no
me escucha? Pero la pregunta que debería estar haciéndome es: ¿yo estaré haciendo lo mismo? ¿Lo estaré
ignorando? Y es que los niños imitan conductas que muchas veces nosotros
mismos les enseñamos. Por eso que cada vez que tu niño venga y te hable,
interrumpe lo que estás haciendo y escúchalo. Estarás marcando un precedente
para cuando quieras la misma atención.
Tolerancia: La mayoría de padres
(por no decir todos) tenemos mucho miedo de “fregarla”. Pero tenemos que
enseñarles a nuestros hijos que así como existen situaciones de felicidad,
también existen situaciones frustrantes. Enseñar a compartir o esperar el turno
son algunas de las situaciones que ayudan a desarrollar estas habilidades
psicológicas importantes.
Me quedo con este proverbio que
es muy cierto: “Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío” –
Confucio.
Besos,
Luz
0 comentarios