Ahora
9:21
Cuando mis hermanos y yo eramos
niños, teníamos un juego con mi papá llamado “el chiquitin”. Consistía en que
mi papá – prácticamente una mole jajaja – se transformaba en un robot llamado
“chiquitin” y nos perseguía por toda la casa para hacernos cosquillas. Pero lo
gracioso era que cuando “capturaba” a uno de nosotros, el resto tenía que hacer
lo imposible para rescatar al prisionero. Era muy gracioso. Yo al ser la mayor
tenía que usar mi fuerza para lanzar al más pequeño y atacar a Chiquitin.
Este era uno de nuestros juegos
favoritos. Los gritos y risas alborotaban el barrio.
Un día mi papá volvió de
trabajar, y ya se disponía a encarnar al mítico “chiquitin” pero nadie siguió
el juego. Mi hermano menor le dijo: Papá, ya estamos grandes para ese juego, queremos
estar en la computadora.
Mi papá se sintió fatal... tal
vez en ese momento pensaba que era una exageración pero ahora (ahora pues, mamita) sé que también
pasaré por eso. Y es normal. Duele pero es normal.
Ahora eres tan dependiente de mí
que a veces reniego porque no me dejas ir al baño sola... Necesitas tanto de mí
que a veces digo “ya quiero que crezcas” y sin embargo, la vida me hará comerme
cada una de mis palabras cuando me digas que salga de tu habitación, cuando me
digas que no te bese ante los demás, cuando quiera sentarme acurrucada en tu
pecho y me digas: ay, mamá (en el tono de un adolescente).
La niñez es tan corta, y yo aquí
renegando a veces de no tener tiempo ni de lacearme el cabello como antes.
Y es justamente eso, jamás
volverá a ser como antes. Y cuando por primera vez, descuelgue el teléfono y
una vocecita femenina me diga: ¿se encuentra Mateo?, me diré otra vez jamás
volverá a ser como antes. Es un hecho que pasará. Sé que falta mucho pero para
una madre o padre siempre parecerá mentira el día que sus hijos dejaron de ser
tan nuestros.
Abracemos tan fuerte a nuestros
hijos como ellos abrazan a su niñez y disfrutemos. Hoy, mañana, por siempre.
Besos,
Mamá Luz
0 comentarios