Tenemos el control
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Te cuento, hijo, que por estos
días se viene discutiendo la posibilidad de retirar de la televisión unos
programas reality “concurso” de chicos y chicas que en vez de concursar
sanamente, se pelean, hacen escándalos, y distorsionan la realidad, y en fin,
hacen todo menos concursar. Estos se emiten en horario de protección al menor.
Sin embargo, me pregunto como
madre, ¿quién está en la obligación de proteger al menor?, ¿los padres o las
televisoras?, la respuesta es más que obvia: Los padres. Con juntar firmas y
retirar del aire a programas como este no se acaba el asunto. De estos hay
muchos más (el chavo del ocho, la paisana Jacinta, etc.) y vendrán más pero somos
nosotros, los padres, quienes podemos ponerle un alto en donde si tenemos toda
la libertad: en nuestros hogares. Nadie nos obliga a nada, podemos elegir.
¿Qué hace una niña de 5 años como
el cupido entre las desaventuras amorosas de esos personajes? ¿Qué hace una
madre mandando el video de su hija de 3 años pidiendo que fulanito se
reconcilie con fulanita? ¿Es en serio?
Nosotros somos los padres quienes
guiamos a nuestros hijos hasta que algún día ellos hagan su vida y tomen sus
propias decisiones. Como dijo una mami - lectora, si los padres controlaríamos lo que ven nuestros hijos, estos programas
no existirían. Y no solo queda en nosotros, también debe ser transmitido a
los cuidadores y niñeras. Ellos deben conocer las reglas de casa al igual que
nuestros hijos. No crean que porque sus niños son pequeños no “entienden”, todo
lo contrario es cuando debemos poner límites y reglas claras.
Se han puesto a pensar ¿Cuánto
tiempo ven nuestros hijos televisión? ¿Cuánto tiempo paran en la computadora?
¿Todo lo anterior es regulado? Está bien que nuestros hijos vean dibujos o programas acorde a su edad, y es imposible
que nuestros hijos estén ajenos a la tecnología pero estar sentados viendo
programa tras programa sin ningún control pienso que es una locura y pérdida de
tiempo total.
Afortunadamente, todos tenemos el
control en nuestras manos y hablo literalmente. Todos podemos tomar ese
aparatito rectangular, presionar off y hasta la vista baby. Podemos comenzar a dialogar (eso que nuestros antepasados hacían
con bastante frecuencia). Además existen los juegos de mesa, libros, historias,
etc. Mientras más alejados de la televisión crezcan los niños, fomentaremos la
creatividad, comunicación, unión familiar, etc. Si esperamos que un programa
eduque a nuestros hijos, discúlpenme, pero es una tomadura de pelo.
A todo esto, les comparto un
experimento que hizo mi mamá con nosotros. Cuando éramos pequeños aún no había
tanta tecnología como hoy, a mi mamá no le gustaba mucho esos cambios. Solo
teníamos una televisión y nos la compartíamos. Mamá podía comprarla pero no
quería hacerlo. Un día se fue la luz a las 7 de la noche de un día sábado,
justo cuando nos preparamos para ver un programa. Mi mamá inmediatamente saco
juegos de mesa, preparó canchita y nos sentamos todos juntos y por horas
reíamos y jugábamos a la luz de las velas. Cuando por fin vino la luz ya era
hora de ir a la cama. Mi mamá dijo que así era antes, todos juntos conversando
sin tanta tecnología. Constantemente se iba a luz en mi casa, ya estaba
pensando seriamente en presentar mi carta a la compañía de luz, hasta que me di
cuenta que era mi mamá quien bajaba la palanca de corriente casi dejando un
día. No voy a negar que me dio bastante gracia pero le pregunté los motivos
para dejarnos sin luz. Me dijo que era imposible escapar de la tecnología, pero
que todos e incluso los aparatos merecían un descanso. Mi mamá me dejo una gran
lección y desde ahí nos reuníamos todos a la mesa a cenar y reír. Ya no hacía
falta apagar las luces.
Creo que si hoy hiciéramos ese
experimento, la gente gritaría y lloraría en parques pero sería bueno intentar.
Todo comienza en casa, como siempre digo.
Besos,
Mamá
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