Amistad
10:08
Tu abuelita y tus tíos paternos
venían a visitarnos. Tú estabas loquito por la visita pero antes teníamos que
almorzar. Se te notaba que estabas muy emocionado y mientras comías tu pollito
dijiste una de las cosas más tiernas que he escuchado. Dijiste: Cheche, mi amigo, mientras te tocabas el
pecho. A todo esto, Cheche, es el
nombre que le has puesto a tu padrino José.
Mi corazón se arrugó y sentía
ganas de saltar por la ternura que me invadía. No podía creer como habías unido
esos conceptos de amor, amistad, cariño. Algo que muchas veces los adultos
olvidamos pero que a los niños lo tienen tan a flor de piel. Recuerdo la imagen
y la forma como dijiste amigo, y me
entra una paz muy grande.
Si bien tu tío es tu padrino y te
quiere con locura para ti es más que eso, ustedes son amigos. Cada vez que
están juntos, olvidas que él es mayor que tú, para ti es un niño más con quien
compartir, jugar, correr, reír, y hacer travesuras.
La amistad de los niños es una
magia natural y que no tiene límites. Los niños quieren bien y no temen
demostrar su cariño sin temores y ataduras. A veces, hijo mío, los adultos nos
olvidamos de ese significado, nos dejamos influenciar por lo externo y no nos
fijamos en lo interno. Es usual que un niño venga llorando diciendo que su amigo
le quito su juguete, pero al cabo de unos minutos comienzan a jugar otra vez,
olvidando resentimientos y siempre llamándolo amigo. En los adultos no
funciona así, lo cual está mal porque acumulamos resentimientos y pensamientos
inútiles.
Si te cuento todo esto es porque
admiro tu capacidad de amar, de compartir y de ser amigo. No dejes que tu alma
de niño se inunde de cosas malas, tómalo como experiencias y siempre sé el niño
amoroso y tierno que tanto amo.
Y sin lugar a dudas, eres y serás
el amigo de tu tan querido Cheche. Sé
que puedes contar con él.
Besos,
Mamá
0 comentarios